El economista francés Jean Tirole, Nobel de Economía 2014, afirmó hoy que el galardón debe servir para que los políticos escuchen más las recetas que se cuecen en universidades y escuelas, pero también hizo autocrítica al considerar que los investigadores no saben vender bien sus trabajos.
"La actual crisis estaba descrita en revistas especializadas antes de que sucediera. Muchas otras crisis estaban documentadas. Pero los economistas no están en el primer plano", afirmó el investigador, de 61 años, premiado por la Academia sueca por sus análisis del poder de los mercados y su regulación.
"Intimidado" por un premio para el que desde hace años era favorito y algo incómodo ante las numerosas preguntas de los periodistas en una rueda de prensa en Toulouse (sur), Tirole afirmó que ni es un político ni pretende serlo, reivindicó la independencia de los investigadores y afirmó que no existen las recetas milagrosas.
El economista aseguró que la actual crisis se gestó en el periodo de bonanza, cuando "los poderes públicos bajan la guardia para no romper el crecimiento o el acceso generalizado a la propiedad".
"Luego hay que pagar los platos rotos, hay que mejorar la regulación. Yo creo que es necesaria más Europa, por ejemplo, es importante la unión bancaria para que los Estados no influyan demasiado en la regulación de sus bancos", indicó.
La pedagogía económica, a la que se dedica desde hace años, es uno de los déficit de la sociedad actual, según Tirole, que apuesta por acercar los conocimientos a la sociedad.
"No hay que desconfiar de los mercados, hay que saber regularlos bien", afirmó el economista, formado en Boston pero que decidió instalarse en Toulouse en los años noventa.
Sabedor del mal momento económico que atraviesa su país, Tirole APOSTÓ POR "seguir haciendo proposiciones" desde el mundo académico, aunque puntualizó que "ser ministro de Economía es algo muy complicado" y que "hay que dejar a los políticos hacer su trabajo".
"En Francia son necesarias importantes reformas para conservar nuestro modelo social, manteniendo el empleo y sin dejar como herencia una gran deuda. Tenemos que trabajar en ello", insistió.
Rodeado de colegas y alumnos de la Escuela de Economía de Toulouse, emocionado cuando se encontró con su mujer, Tirole compareció ante los periodistas visiblemente intimidado, fiel a su imagen de hombre apartado de la primera línea mediática.
"Estoy muy emocionado, todavía no he puesto el pie en el suelo desde que me han llamado de Estocolmo. Es algo extraordinario lo que me está pasando, no ocurre todos los días, uno no está preparado para esto", aseguró el profesor, que rindió homenaje al "trabajo colectivo" que le ha permitido ganar el Nobel.
Pese a que su nombre sonaba desde hace años para el prestigioso galardón, a Tirole le sorprendió trabajando en sus labores habituales en Toulouse, donde decidió instalarse tras años de formación y enseñanza en Estados Unidos.
Concentrado en sus tareas, relató, había puesto su móvil en vibración, por lo que los responsables de la Academia sueca tuvieron que insistir "dos o tres veces" antes de que el economista descolgara.
"He visto que era una llamada de Suecia y eso me ha sorprendido. Una vez que me lo han anunciado he tardado media hora en darme cuenta y poder llamar a mi esposa Nathalie y mi madre", indicó.
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