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Uno de los motivos citados por Bendine es el peso de la deuda de Petrobras, de unos US$135.000 millones, que dificulta sus posibilidades de entrar en nuevos consorcios.
En el balance auditado de 2014 que la empresa divulgó en abril, con considerable atraso, figuran pérdidas netas por US$7.200 millones, de los cuales US$2.000 millones están vinculados a la corrupción.
La justicia investiga un gigantesco esquema de sobornos presuntamente pagados por empresas constructoras a miembros de Petrobras, del gobernante Partido de los Trabajadores y otros grupos políticos a cambio de jugosos contratos de obra.
¿Cambio ideológico?
Algunos creen que todo esto ha afectado la confianza general en empresas donde el Estado brasileño tiene participaciones mayoritarias o minoritarias.
"El capitalismo de Estado se mostró muy fallido en esa cuestión de empresas de economía mixta", le dijo a BBC Mundo Adriano Pires, un consultor brasileño de energía.
"El gobierno usó a Petrobras o Eletrobras (empresa eléctrica controlada por el Estado) para hacer todo lo que quería y faltarle el respeto a los accionistas", agregó.
A su juicio, la situación se extiende de modo "más sutil" a la gigante minera Vale, donde el gobierno brasileño usó en el pasado participaciones minoritarias del Estado para influir en decisiones importantes.
Logo de Petrobras debajo de la bandera de Brasil.
Petrobras, símbolo del capitalismo de Estado brasileño.
Ahora Brasil parece más concentrado en atraer inversión privada.
El gobierno de Rousseff prepara un nuevo programa de concesiones de obras de infraestructura que, adelantó Levy, tendrá mayor participación de bancos privados y menos del estatal BNDES, que este año dejó de recibir transferencias directas del Tesoro.
Sin embargo, algunos creen que esto responde a los problemas fiscales que atraviesa Brasil y no tanto a un cambio ideológico en el gobierno.
"No diría que es un fracaso del capitalismo de Estado, (sino) mucho más fruto de una conducción equivocada de la política económica en los últimos años (que) debilitó las cuentas públicas", sostuvo Carlos Antonio Luque, profesor de Economía en la Universidad de São Paulo.
Y observó que en países como Brasil, con alta concentración de renta y problemas sociales, suele haber más apoyo a la acción del Estado que al mercado para resolver las cosas.
"Tengo la impresión de que, superado este episodio, la presencia del Estado seguirá siendo importante", concluyó.
En el balance auditado de 2014 que la empresa divulgó en abril, con considerable atraso, figuran pérdidas netas por US$7.200 millones, de los cuales US$2.000 millones están vinculados a la corrupción.
La justicia investiga un gigantesco esquema de sobornos presuntamente pagados por empresas constructoras a miembros de Petrobras, del gobernante Partido de los Trabajadores y otros grupos políticos a cambio de jugosos contratos de obra.
¿Cambio ideológico?
Algunos creen que todo esto ha afectado la confianza general en empresas donde el Estado brasileño tiene participaciones mayoritarias o minoritarias.
"El capitalismo de Estado se mostró muy fallido en esa cuestión de empresas de economía mixta", le dijo a BBC Mundo Adriano Pires, un consultor brasileño de energía.
"El gobierno usó a Petrobras o Eletrobras (empresa eléctrica controlada por el Estado) para hacer todo lo que quería y faltarle el respeto a los accionistas", agregó.
A su juicio, la situación se extiende de modo "más sutil" a la gigante minera Vale, donde el gobierno brasileño usó en el pasado participaciones minoritarias del Estado para influir en decisiones importantes.
Logo de Petrobras debajo de la bandera de Brasil.
Petrobras, símbolo del capitalismo de Estado brasileño.
Ahora Brasil parece más concentrado en atraer inversión privada.
El gobierno de Rousseff prepara un nuevo programa de concesiones de obras de infraestructura que, adelantó Levy, tendrá mayor participación de bancos privados y menos del estatal BNDES, que este año dejó de recibir transferencias directas del Tesoro.
Sin embargo, algunos creen que esto responde a los problemas fiscales que atraviesa Brasil y no tanto a un cambio ideológico en el gobierno.
"No diría que es un fracaso del capitalismo de Estado, (sino) mucho más fruto de una conducción equivocada de la política económica en los últimos años (que) debilitó las cuentas públicas", sostuvo Carlos Antonio Luque, profesor de Economía en la Universidad de São Paulo.
Y observó que en países como Brasil, con alta concentración de renta y problemas sociales, suele haber más apoyo a la acción del Estado que al mercado para resolver las cosas.
"Tengo la impresión de que, superado este episodio, la presencia del Estado seguirá siendo importante", concluyó.
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