sábado, 10 de octubre de 2015

Dinero electrónico: ¿todo listo para la revolución?


El dinero electrónico impulsará la inclusión financiera y dinamizará la economía si logra vencer su principal barrera: la capacitación y el convencimiento del público para su uso.
Tras dos años de espera, esta semana entrará en vigencia el proyecto más ambicioso de inclusión financiera en el país: Modelo Perú. Éste consiste en crear una plataforma digital que permitirá masificar la utilización del dinero electrónico entre los agentes que realizan transacciones en el país, y se logrará mediante el empleo de los teléfonos móviles, dada su alta penetración y frecuencia de uso. Según datos de Osiptel, por cada 100 habitantes existen 108 líneas activas, lo que demuestra la gran masificación del dispositivo.
El mérito del proyecto radica en el esfuerzo conjunto del sector privado y público. Ambos  han contribuido a generar una plataforma que, además de tener un fin de lucro, tiene un fin social: bancarizar a la población excluida, lo que traerá consecuencias positivas para el bienestar de la población y el crecimiento económico. La importancia del proyecto se acentúa si se tiene en cuenta que, según el Global Findex del Banco Mundial, sólo el 30% de la población está bancarizada en el Perú y que éste es el país con menor inclusión financiera de la región.
Casos de éxito como los de Kenia, Tanzania y Filipinas, donde sus niveles de bancarización hoy superan el 70% de la población, son una demostración de que el objetivo es alcanzable. Pero, cuidado, como menciona Walter Bayly, “no somos África”. Hay diferencias institucionales y geográficas que hacen que este proyecto único acarree todos los riesgos de un proyecto convencional. Y el reto, tras obtener los grandes beneficios, será ponderar la concentración natural y necesaria que se genera en un mercado naciente.

QUÉ VENCER, QUE VENDRÁ

Existe un amplio consenso sobre los efectos positivos que traerá la entrada en vigencia del dinero electrónico. Pero para que éstos lleguen primero se tendrá que masificar la nueva ‘tecnomercancía’, lo que dependerá de dos factores: la simplicidad de la plataforma y la capacitación que se dé al público. La tarea no será fácil, ya que el nivel de capacitación de los no bancarizados es bajo: el 90% de esta población cuenta sólo con educación secundaria o terciaria, según datos del Global Findex
“El público objetivo no necesariamente está familiarizado con el uso de altas tecnologías. Generalmente utiliza el celular sólo para hacer llamadas”, sentencia Gonzalo Ruiz Díaz, presidente del consejo directivo de Osiptel. El directivo deja entrever así que habrá dificultad en la capacitación, sobre todo de los más adultos. Carolina Trivelli, gerente del proyecto de dinero electrónico de Asbanc, coincide con Ruiz y explica que, en vista de esta situación, se ha generado una plataforma sencilla que tiene alcance masivo. “Para utilizar nuestra plataforma no necesitas un smartphone: basta con un celular simple para hacer transacciones”.
La apuesta descrita por Trivelli es coherente con la realidad de la telefonía móvil en el país: la penetración de smartphones es de 50% y se prevé que ésta alcance el 60% a fin de año, por lo que queda claro que tenerlo como requisito indispensable marginaría a gran parte de la población. Trivelli comenta, además, que mientras avance el proceso de masificación de “los usuarios podrán abrir cuentas en los bancos sin necesidad de hacer la tramitología que hacemos en la actualidad”. Éste será el primer paso para la inclusión financiera. Asbanc estima que para el 2019 al menos cinco millones de peruanos se integrarán al sistema bancario formal.
¿Qué permitirá la inclusión financiera? “Que las personas puedan acceder a servicios financieros más bajos, con un mayor nivel de seguridad y en un menor lapso”, comenta en un reciente informe David Tuesta, economista en jefe de inclusión financiera del BBVA de España. En tanto, Trivelli hace hincapié en los efectos macroeconómicos y sociales del proyecto. “Un estudio del FMI mostró que a mayor inclusión financiera, mayor estabilidad financiera, crecimiento económico y menos desigualdad”, destaca.
Sin embargo, la intensidad de los efectos –explica la ejecutiva– dependerá de cuán agresivas sean las medidas que promuevan la inclusión financiera. Por ello en julio se aprobó la Estrategia Nacional de Inclusión Financiera (ENIF), un trabajo que engloba a seis entidades del Estado (BCR, SBS, Banco de la Nación, MEF, Minedu y Midis), y cuyo fin es incrementar el nivel de agresividad de las medidas de inclusión financiera.

 UNIDOS PARA COMPETIR

El proceso de desarrollo del dinero electrónico en el Perú ha seguido una dinámica distinta a la experimentada en los países que implementaron medidas similares, ya que fue impulsado desde un sector distinto al de telecomunicaciones: el financiero. Además, el proyecto no partió de cero, sino que condensó la experiencia de países en los que había tenido éxito. El resultado fue que en el 2013 se promulgó la ley de dinero electrónico, que sentó las bases para impulsar el proyecto de dinero electrónico desde el mundo financiero. “La norma fue muy discutida y trabajada entre la SBS, el Congreso, el MEF, el BCR y los bancos”, comenta Trivelli.
Para saber más sobre cómo se gestó el proyecto en sus inicios, sobre cuál fue el rol del sector privado y público en el desarrollo del proyecto y  sobre  los problemas que trae la concentración de un mercado naciente, lea el artículo principal de la última edición del revista Semana Económica.


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